ALMUÑÉCAR. Hace más de una semana un estruendo, a eso de las 6:20 horas, provocó el sobresalto de Andrés Sánchez, un vecino de Cotobro que al asomarse para ver lo que había ocurrido contempló -no con sorpresa pues ya lo preveía- que parte del suelo de la pista de tenis de la urbanización en la que vive se había hundido.
Andrés nos ha relatado que la pista de tenis se construyó sobre un aljibe que surtía de agua potable a la zona hasta que, hace unos diez días, se produjo el hundimiento de la cubierta, la cual llevaba varios años dañada.
A raíz del suceso, Andrés ha venido sufriendo un calvario al ver como el único acceso a su vivienda era tapiado con bloques de hormigón y una persiana y, posteriormente, precintado por la Policía Local por seguridad sin que se le haya dado una alternativa para acceder a su vivienda.
Se da la circunstancia de que este vecino de Almuñécar sufre de una discapacidad de un 35% en la movilidad de sus piernas y de una insuficiencia cardiaca -lo cual nos ha acreditado- lo que agrava aún más su situación de aislamiento: aislamiento provocado por la pandemia del coronavirus, con todo lo que conlleva, y aislamiento físico porque el único acceso a su vivienda se lo han tapiado con bloques de hormigón y una persiana.
Andrés Sánchez, con sus 62 años y una discapacidad de un 35%, para poder acceder a su casa se ve obligado a “colarse”, con mucha dificultad, por la abertura que hay en una valla que delimita el perímetro de la pista de tenis y que se encuentra precintada por la Policía Local por seguridad.
Este vecino de Almuñécar que vive en Cotobro no pide gran cosa, solo poder acceder de forma segura a su vivienda.