ALMUÑÉCAR. Por su clima privilegiado, de suaves temperaturas durante todo el año, y su situación al pie de un fértil valle tropical arropado por las sierras granadinas y asomado al Mediterráneo, Almuñécar ha sido un enclave codiciado por numerosas civilizaciones desde los albores de la historia.
Introducción
Llamada Ex por sus primeros colonizadores, los fenicios, durante el periodo romano se convertiría en floreciente ciudad de Firmum Iulium Sexi, que exportaba salazones de pescado y el preciado “garum” a todo el Imperio.
De su pasado fenicio-púnico dan fe la Necrópolis Laurita y la del Puente de Noy, mientras que de la Sexi romana se conservan monumentos como el imponente Acueducto, los Columbarios de La Torre del Monje y La Albina, la Factoría de Salazones o la Cueva de Siete Palacios, sede del Museo Arqueológico.
Pero sin duda fueron los árabes quienes dejarían en la localidad una impronta imposible de borrar. Entre las estrechas e intrincadas calles del casco histórico, con sus casas encaladas, aún puede respirarse la esencia de la Almuñécar andalusí, cuyos pobladores fueron testigos del desembarco de Abd al-Rahman I, fundador del Emirato Omeya, en el año 755.
Las torres vigía que jalonan el litoral sexitano y el castillo de San Miguel que se yergue coronando la población son herencia de los alrededor de ochocientos años de presencia musulmana en la zona. Los cristianos edificarían la Iglesia de La Encarnación, el Pilar de la Calle Real, el Palacete de La Najarra, edificio neo-islámico que alberga la Oficina Municipal de Turismo, o las esculturas que embellecen la población, como el Monumento a Abderramán I, el dedicado a los Fenicios o el Arco en honor a Blas Infante.
Fenicios

Corría el año 1500 a.C. cuando las gentes de la cultura argárica se establecieron en la zona de Almuñécar. Desde aquella lejana fecha, numerosos han sido los pueblos que han elegido este enclave privilegiado a orillas del Mediterráneo para vivir, algunos de ellos, como los fenicios, procedentes de los confines del Mare Nostrum.
De aquellos primeros pobladores de la Edad del Bronce han aparecido enterramientos en cistas en el Pago del Sapo y Peña Parda, así como varios puñales, cuchillos y restos cerámicos. Destaca la cista hallada en la necrópolis de Puente de Noy, situada en la parte más elevada de la colina, cuyo cadáver se encontraba en postura fetal acompañado de cuatro vasos de cerámica.
Durante el Bronce Final, en el s. VIII a.C. el área de poblamiento se localizó sobre el promontorio rocoso que hoy ocupa el casco histórico de la localidad. Por aquel entonces los fenicios, procedentes de Asia Menor, llegaron a las costas andaluzas para fundar colonias, una de las cuales sería la primitiva Almuñécar, a la que pusieron el nombre de Ex.
Pueblo navegante y comerciante, con los fenicios Ex se convirtió en una próspera población productora de salazones de pescado, de cuya importancia escribieron autores de la Antigüedad como Estrabón o Plinio “El Viejo”.
Testimonios del pasado fenicio-púnico de Almuñécar son las necrópolis Laurita, Puente de Noy y Cerro Velilla. La primera de ellas, que se encuentra en el cerro de San Cristóbal, corresponde a los inicios de la presencia fenicia en la zona (S.VIII a.C.). Posteriormente, a partir del S.VII a.C., los enterramientos se localizarían en la necrópolis de Puente de Noy, que constituye uno de los restos arqueológicos más interesantes de Almuñécar.
Ubicada en el paraje de Puente de Noy, sobre la colina donde se encuentra el Instituto Antigua Sexi, esta necrópolis fue utilizada por los semitas exitanos incluso en época romana, ya que perduró como lugar de enterramiento desde el S.VII hasta el S.I a.C.
El mundo de los muertos reflejo del de los vivos, es una valiosa fuente de información para conocer las sociedades del pasado. En las distintas campañas de excavaciones arqueológicas realizadas en la necrópolis de Puente de Noy han sido localizadas hasta 200 tumbas con sus ajuares funerarios. A partir del estudio de estos restos materiales ha podido obtenerse una amplia visión de la población fenicio-púnica que habitó Almuñécar desde el S.VIII a.C.
Los fenicios importaron los rituales de enterramiento y el panteón de sus lugares de origen, en Oriente. El ritual predominante era la inhumación; el cadáver ataviado con sus joyas se depositaba en una fosa rectangular excavada en la roca, en cuyas esquinas se colocaba el ajuar funerario y se sellaba con maderas y barro rojo. Los dioses egipcios como Horus, Tot o Hator eran los predilectos.
Los vestigios hallados en las excavaciones efectuadas en el casco antiguo de Almuñécar han aportado más información sobre los antiguos pobladores fenicios y púnicos.
Todos estos restos arqueológicos reflejan la importancia que debió tener la colonia de Ex en el Mediterráneo como centro de intercambio entre Oriente y Occidente, así como el impacto cultural que supuso para la población indígena del Bronce Final la llegada de este pueblo que introdujo en la Península Ibérica avances como la cerámica a torno, que sin duda supusieron un gran paso en el devenir histórico peninsular.
- Fuente: Patronato de Turismo de Almuñécar
- Web: turismoalmunecar.es