Gerardo Martín: «‘La estrella binaria’, una obra para hacernos mejores personas»

Gerardo Martín. Existen obras literarias que son clave de nuestro desarrollo colectivo como piezas fundamentales del engranaje social que somos todos. De eso no hay duda. Obras que han trascendido y se han consagrado como adoquines del camino que hemos transitado como humanidad en nuestro proceso evolutivo, encaminados —a priori— hacia el objetivo de ser mejores seres humanos y, por ende, mejor sociedad. Aunque, viendo el panorama que nos asola, evidentemente, ese camino no está exento de baches, ni de seres humanos que, en su tránsito evolutivo, lleguen a pisar un mínimo de esos adoquines que metafóricamente serían los grandes textos de la humanidad.

Enumerar aquí títulos de grandes obras de la literatura que han contribuido a esa mejoría evolutiva de las personas, no es el objetivo de esta reflexión, sino, más bien, y desde otro prisma, dentro de esa colectividad, poner el foco en algunas obras que, sin trascender, y desde el más reducido ámbito personal y dentro de la más mínima zona de influencia que somos nosotros mismos y nuestras más directas, próximas e inmediatas relaciones, sin embargo, resultan ser obras que nos reportan muchos beneficios y producen un efecto que verdaderamente nos hace ser mejores personas.

Esto ocurre con La estrella binaria (Ed. Atlantis, 2022), un libro valiente, de una persona valiente, que enseña a ser valientes, entendiendo por valentía la capacidad de mirar frente a frente a los propios sentimientos y las formas de expresarlos sin ningún tipo de trabas ni tabús sociológicos. Sentimientos que se reprimen, se oculta, o sencillamente enmudecen incluso en la más absoluta intimidad, como puede ser la relación de amistad entre dos personas, dos amigos, hombres.

Y es que esa es la realidad que nos rodea.

Vivimos en una sociedad en la que, por ejemplo, dos amigas se dicen te quiero y no hay nada que objetar.

Estamos en esa misma sociedad en la que incluso es común y aceptado que se le diga un te quiero, incluso a una mascota.

Pero ¿un hombre a otro hombre, sin más espectro afectivo que la amistad? Difícil. Y más difícil en público, sin que la sorna o la sospecha de la homosexualidad flote en ese ambiente anquilosado de la inmadurez social que nos inunda.

Vivimos en una sociedad —en muchos casos— de lo absurdo, torpe, infantilizada y abocada a la necesidad de ser tutelada para casi todo y en la que, ante las carencias personales, la falta de empatía, el individualismo y la incapacidad de socialización, surgen en masa salvadores iluminados ofreciendo terapias y cursos para una infinidad de carencias sociales que, me atrevería a decir que —en muchas ocasiones— están provocadas precisamente por la falta de decir las cosas que uno siente.

Y sin pretender ser nada terapéutico, ni nada artificial que venga a pretender edulcorar nuestra propia existencia, el autor, Fermín Anguita, nos expone de manera clara y sencilla un bálsamo de fierabrás que acabaría con muchas taras sociales: expresar los sentimientos libremente.

La estrella binaria no es un libro de autoayuda, es una novela apasionada y apasionante. Es un canto de amor sincero, sin compartimentar, sin etiquetas y sin más finalidad que decirle te quiero a quien sea, sea la relación que sea, cuando sea y como sea.

Es una obra que no solo queda en la mera lectura, sino que, sin quererlo ni saberlo, se interioriza fácilmente y hace al lector recalcular su ruta sentimental a lo largo de su vida y, a buen seguro, entre los lectores que hayan tenido la suerte de disfrutarla les haya hecho desahogarse y decirle a alguien la verdad de unos sentimientos tamizados durante mucho tiempo.

Hagan un gesto por ustedes mismos y busquen y lean La estrella binaria. Seguro que a partir de su lectura les cambiará de cara a las personas y al mundo y novela y lector, ejercerán el efecto mariposa que entiendo le hace ser una obra importante para la colectividad a la que llegue.

Gerardo Martín
Director del Aula de Pensamiento Francisco Javier de Burgos

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